viernes, 29 de diciembre de 2006

sábado, 23 de diciembre de 2006

2 mails con Silvina

Ignacio
Un pedazo de lugar aparece en el medio de tus ojos. Las luces te hacen vibrar

y te resguardas de la lluvia hablando sola.Quieta entre tus rodillas, no vas a
permitir que te vuelvan a lastimar. Te quedas dentro de tu espacio interior.
Te quedas inmóvil, pensando que no habrá lugar tan acogedor como el pasado.

Silvina
hablando solo, sólo vi unos ojos que decían de un lugar oscuro pero lleno de
alguien. Ambos miramos, y la lluvia nos mojó los ojos..., y la piel que siempre
dice más que cualquiera de los dos... Entre las rodillas y detrás de las pupilas
se esconden los huecos, sé que también te sientas en el ayer...pero la lluvia es
húmeda, sobre tu cuerpo tanto como en mi ser...

Ignacio
Y ahí, un grito desesperado de auxilio. A punto de volverse afónico, entra

lentamente en un estribillo dulce y suave. Puro de contagiarse, de expandirse
y de apropiarse.
Se mueve a la derecha. Las luces van y las sombras vienen desde la izquierda.

Los corazones laten cantando las mismas canciones agitadas de siempre.
Nada de pensar en pensadores. Nada de arquitectos ni hacedores.
Las tierras se van embarrando y es más difícil de transitarlas.
La percusión suena de fondo.
Salta de la eternidad, caminando hacia atrás, como una sonrisa desdibujada.
Luego te apresas a tus mejillas y apretando tus rodillas, descubrís una nueva
forma cómoda de dormirte. Es la única forma de creerte libre.
Enmudecen los autos.

Silvina
Las lecturas, los días y todo lo que hago para vivir...; para decir que estoy viva,

o que vivo.., no sé. Nunca sé. A veces pienso que es mi paranoia y no entiendo
por qué me encuentro y me desoriento a cada instante.
Si estoy perdida siempre aunque creo en el equilibrio, si estoy más despierta
ahora, cuando la vorágine ensordece. Si escuché cuando dijiste, es porque yo
también decía; si ahora estoy aturdida, antes sorda...
Me pregunto por qué siempre me leo en lo que leo, ... si es acaso porque alguna vez me han escrito.
No sé si aquello que ni siquiera descifro, hoy es lectura de alguien; pero sí sé que a veces soy de braile.
Y eso me inquieta, por demasiados motivos...

Silvina Alfieri-Ignacio Filipetto
Revista Mermelada

sábado, 16 de diciembre de 2006

Entonces...

Entonces, durante un lapso, surge en mí
ese destello, esa alegría, la piel llega a mí,
me hace sentir su profunda verdad,
tan dulce como la más íntima de mis lágrimas,
entonces es cuando reímos y notamos
ese tiempo que da paso a la conexión
que se crea con los nuevos caminos,
que traen estos extraños diálogos
que nos brindan esperanza a nosotros,
los necesitados seres humanos.


Ale Mágiko
Revista Mermelada Nro. 0

domingo, 10 de diciembre de 2006

Todas las cosas...



Todas las cosas posibles por saber.
Todos los momentos mínimos (el sonido llevadero).
Volvamos al comienzo y observemos el panorama,
escuchemos el pulso detenido.
Volveremos caminando hacia el sol, abrigados por
los espacios que nos mantuvieron en la cima.
Regresemos al futuro y pensemos en la última vez
que vimos en las estrellas el tiempo detenido.

Ignacio Filipetto.
Foto: © Cindy Sherman

domingo, 3 de diciembre de 2006

Es despertarse y saber que la pesadilla es real

La primavera había dejado de ser la alegría, un largo verano de San Juan; había dejado de ser, incluso, la melancolía, la nostalgia por la felicidad pasada, de la adolescencia, adolescencia que ni siquiera fue feliz, pero la nostalgia es nostalgia, y siempre habrá pasado mejor cuando ella se presente.

Es que llega un punto en el cual ni la sílfide que viaja en los colectivos puede recuperar la juventud que nos hemos quitado (intencionalmente) de encima. Ya no es Quiroga, sino Poe el que destila rojo. La sangre es definitiva; ahora, como la sangre de sir Simon, como el esmalte junto a la chimenea; ni el quitamanchas puede quitarla, pues no hay época para la muerte, ni para la sangre (o vida), ni para la sangre derramada (que puede ser muerte). Ya no hay Berta gritando “¡Bertita!”, pues ya no hay esperanza. Pues lo definitivo lo escupe un cuervo: “Nunca jamás”.

Victoria Accoramboni no puede evadir la pregunta. “Sí”, dirá, cuando el salvaje vuelva a preguntarle “¿Os toca mi puñal el corazón?” La sangre derramada puede ser muerte.

La primavera, como la Navidad, fue creada para llorar la muerte. La Navidad, creación del hombre, conmemora el nacimiento del rey sabio llorando la muerte de los familiares, de los amigos, de mi padre. La primavera, creación de los dioses (aquellos que no existen, aquellos a quienes Borges y yo dimos muerte luego de que el más feo de los hombres hiciera lo propio con el Dios de los cristianos), la primavera conmemora el nacimiento de las flores llorando la muerte de la juventud.

¡Nunca jamás! grita el cuervo, que se va lejos masticando nuestra vivacidad adolescente, nuestra juventud.


Augusto Gayubas.
Revista MERMELADA Nro. 0